Es estupendo ser pintora, porque, si quiero, puedo escribiros, y quiero. De cómo un solo pelo puede dar muchísimos datos.
O de cómo hay que darle un poco de margen al artista.
Yo he dibujado centenares, o más, de melenas sin cara.
Las hacía en los bordes blancos de todas las páginas, de casi todos los libros. Cuidaba mucho los libros, las esquinas, los forraba…, pero dibujar en ellos no era malo.
Después, pero siempre después, hacía las caras, pero si el pelo estaba bien, lo demás ya estaba bien, casi seguro. No, seguro.
La primera línea era como tirarse a la piscina, te sale bien, o no. Si no te sale bien, sólo puedes tirarte otra vez, o sea, como siempre, pero con más urgencia.
Así, al lado de las melenas siempre había “pelos” sueltos (como en la bañera). Ahora veo a los niños dibujar un centímetro y decir rabiosos “me ha salido mal” y querer otro papel (lo del otro papel, es el añadido generacional, además, nunca se lo dan, yo, suelo). A quien no le haya pasado claro está que no lo entiende, pero es completamente así.
El primer pelo, no es un pelo, es la mitad del contorno de la cabeza, ya contiene el alto y el ancho, la proporción; según la inclinación, ya contiene el movimiento, y según el largo: el tamaño. ¡No estamos hablando del peinado todavía!
En el primer pelo está la cabeza y todo la expresión!
Errar en el primer pelo, era ya errar.
Había que abandonarlo en mitad de la bañera.
Así se empezaba de nuevo, un poquito lejos, para que, si te salía bien, quedara bien.
Se podía haber intentado, en el mismo dibujo, una segunda línea más cerca de la “verdad”, nadie sabría nunca cuál fue la primera…
No se puede. No se podía.
Porque la orden de cómo tirarte de cabeza al agua, te la das en seco y de pie, no cuando ya han entrado las dos primeras falanges en el agua.
Se empezaba otra vez, un poquito más lejos y otra, y otra, un vicio.
Luego, cuando había muchas melenas, le hacía un círculo alrededor a la mejor, para tener el trabajo de elegir hecho, por si necesitaba saberse para un futuro (!) cosas futuribles que se hacen siempre.
Conseguida la primera línea, la segunda era coser y cantar, porque sólo había que hacer lo mismo hacia el otro lado de “la raya en medio” que es la única raya que justamente no estaba (y es de la única que se habla). Y después: profusión de líneas a un lado, profusión de líneas al otro, pero volvía a ser decisivo el flequillo, porque el largo del flequillo marcaba la altura de los ojos, y claro está, de todo lo demás, estamos hablando de la cara, de lo guapa o de lo fea. Esencial. Por ejemplo, los niños tienen una frente enorme (un “flequillo” larguísimo) y el triángulo ojos nariz y boca, abajo muy juntos. Y los gatos.Los perros no.
Si te quedabas corta en el flequillo, y los trazos tenían que ser trazados de una vez, siempre, como son los pelos, no admitían ser empalmados, ni ninguna otra duda, eso era así, y nunca hubo que discutirlo, bueno, pues, si te quedabas corta con el flequillo, te la habías cargado porque ya parecía alguien mayor y más bien fea.
Si lo hacías muy largo, también era un fracaso porque parecía un bebé, y sólo muy de vez en cuando apetecía un bebé.
La edad ideal era, ni más ni menos, la mía, en cualquier momento.
(Este narcisismo que me está matando)*.
Estamos hablando pues, de la cabeza ideal, de la edad ideal… y a la primera ¡quizá ahora se entienda mejor lo crucial del primer lance!
Yo debía tener, entonces, 6, 8, 9, 10, 141, 12, etc. y etcéteras años, por lo que se ve.
Siempre el mismo peinado, siempre las tres direcciones. También hacía la cama y el armario, la cama y el armario.
Y luego los perfiles… aunque yo, de pequeña nunca me ponía de perfil.
*Pero sin el cual no me molestaría en hablaros, y contároslo todo.
F I N
It is wonderful to be a painter, because, if I want to, I can write to you, and I do want to.
About how a single hair can offer many details.
Or about how artists need to be given some space.
I have drawn hundreds or more faceless heads of hair.
I drew them on the white corners of almost all the pages in almost every book. I took good care of my books, the corners, I used to cover them with brown paper… but drawing on them was fine.
Later, always later, I’d draw the faces, but if the hair was right, the rest was almost sure to be right. For sure.
The first line was like jumping into a pool: it either goes well, or it doesn’t.
If it doesn’t go well, you can only jump again, like always, but with more urgency.
Therefore, next to the hair there were always loose hairs (like in the bathtub). Now I see kids drawing one centimetre and furiously saying, “It didn’t work” before asking for another piece of paper (the thing about the other piece of paper is a generational addition, and they never give it to them, although I do tend to). If you haven’t gone through it you cannot understand, but this is exactly what happens.
The first hair is not a hair, it is half the outline of the head, containing its width and height, the proportion; depending on the inclination, it containsits movement and, depending on the length, the size. We are still not talking about the hairstyle!
The first hair contains the head and the expression!
To make a mistake with the first hair was enough.
It had to be left behind in the middle of the tub.
So, we began again, a bit further away, so that, if it came out right, it would be okay.
A second line could have been attempted on the same drawing, closer to the “truth”, so that no one would know which was the first …
You can’t. You couldn’t.
Because the order of diving into the pool is made when you are dry, standing up, not when the tips of your fingers are already in the water.
So we began again, a little bit further away, again and again, like a drug.
Later, when I had drawn many heads of hair, I would draw a circle around the best one, to mark the work chosen, in case it was needed in future (¡), those future things we always do.
Once the first line had been drawn, the second was easy, because you just had to do the same thing in the other direction, on the other side of the “parting in the middle”, the only line that wasn’t there (and the only one we talk about). And then a profusion of lines to one side and to another, until we came to the crucial fringe, because its length defined the eyes, and everything else, the face, whether it was pretty or ugly. Essential.
For example, children have a huge forehead (a very long fringe) and the eyes nose and mouth triangle is below, all close together. Cats are the same.
But not dogs.
If the fringe was too short, it had to be drawn again, in one go, always, like hair, they could not be joined together, that was just the way it was, and, if not, well, the fringe would be too short and it would seem to belong to someone older and on the ugly side.
If it was too long, it was also wrong because it resembled a baby, and you only wanted to draw a baby once in a while.
The ideal age was, more or less, my own, at any time.
(The narcissism which is going to finish me off)*.
We are talking, therefore, about the ideal head, the ideal age… and the first time around. Perhaps now we can understand how crucial the first stroke is!
Back then, I must have been 6, 8, 9, 10, 141, 12, etc. and older, it seems.
Always the same hairstyle, always the same three directions. I also used to draw the bed and the wardrobe, the wardrobe and the bed.
And then the profiles … although when I was young I never showed off my profile.
*(Without which I wouldn’t bother to speak to you, and tell you everything).
THE END