El kit del presente trae lupa
Palomito vive en Ferrol. Periódicamente, llevo prometiéndole 25 años que voy a verla este puente, en eso somos muy parecidas.
Así que ella se lo cree todas las veces y no hay conflicto.
Ella sí viene a Madrid. Una noche de verano quedamos “para hablar” en una terraza de la Castellana. Al principio estaba lleno, pero llegó un punto en el que vino el camarero a decirnos muy amable que aire, y sólo estábamos él, un chico raro lejos y nosotras.
Seguimos hablando mientras andábamos, mientras cruzábamos, mientras parábamos a un taxi acercándonos a mi coche (yo no llevo a su casa a ciertas personas, aunque las quiera mucho, pero ese es otro cantar). Paró el taxista y, de repente, me dan un tirón que me tira al suelo y me arrastran un trechito, porque yo me había agarrado a la correa de mi híper-mini bolso como a la vida misma.
Durante segundos, como cuando congelan un gol, estábamos el chico raro, alto, estirado, agarrado a la correa, yo en el suelo, totalmente en diagonal desde la punta de un pie hasta la mano opuesta, y Palomito y el taxista de pie, muy juntitos, se puede decir que siguiéndolo todo con mucho interés, pero como si ya hubieran llegado a sus casas y lo estuvieran viendo todo por televisión. Sopesé vertiginosamente y vi que, en un segundo más, o soltaba o cobraba. Pero él fue más rápido, soltó y ¡desapareció!
Debió temer ante tanto testigo visual. Es enternecedora la ingenuidad de los rateros.
Krishnamurti y todos los hindúes nos incitan a no huir del presente y a que no temamos nada nunca puesto que cuando te pasa algo, lo único que pasa es lo que sea que esté pasando, y no lo que pensamos que pasó.
En el momento mismo hay: ¡ES MÍÍÍO!, gigantesco, en espiral ascendente, llenando toda la calle y mi ser, y no es una sensación mala, ni mucho menos. Es cabal.
Y al mismo tiempo: qué juntitos están Paloma y el taxista, que alto y oscuro es éste (estaba a contraluz); hay que ver qué bien aguanta el bolsito, qué bien hechos están, el cuero, es el cuero, es lo mejor. No dudé del bolso ni un segundo. De ahí pasé ya a sopesar. Ni miedo, no ha lugar, es demasiado abstracto, el puritito presente es una foto fija en la que tienes todo el tiempo del mundo para observar los granitos del asfalto, los pespuntes de la correa… Se podría decir que se me hizo un tanto largo, por la postura seguramente, ese segundo.
Nada más irse el ladrón, éstos apagaron la tele. Palomito volvió a ser mi amiga del Liceo desde los cuatro años, porque ella era J y yo B, y la división para el 2º grupo la hacían en la M. Nos metimos rápidamente en el taxi, los tres, y nos hubiera encantado irnos muy lejos, pero a mí se me habían caído las llaves de mi coche al pie de mi coche. Otra vez: ¡ES MÍÍÍO!
Dimos la vuelta a la manzana. Se habían caído muy bien, en el vértice de la acera con el bordillo. Me metí en el coche y me fui cuanto antes. No me apetecía reprochar.
Tuve que hacerme la composición de lugar de que ya estaba todo completamente bien, porque la sensación era que no.
F I N
The Present Kit Comes with Magnifying Glass
Palomito lives in Ferrol. I have spent 25 years periodically promising to go and visit her during the half term; we are very similar in that way. So she believes it every time and there is no conflict.
She does come to Madrid. On a summer night, we arranged to “speak” at a bar on La Castellana. At the beginning it was very full, but there came a point when the waiter came up to tell us to leave, and it was just us, him and a strange boy. We carried on speaking as we walked, as we crossed the road, as we hailed a taxi, on our way to my car (there are some people I will not take home, however much I like them, but that’s another story). The taxi driver stopped and, suddenly, someone grabbed my handbag and almost threw me to the ground, dragging me for a little bit, because I was holding on to the strap of my micro-bag for dear life.
For a few seconds, like when they freeze-frame a goal, it was the strange boy, tall and gangly, holding on to the strap, while I was on the ground, lying diagonally from the end of my toes to my outstretched hand, and Palomito and the taxi driver standing together, as if they were watching everything with great interest, as if they were already home and they were watching it all on TV. I quickly considered my options, and I realised that I had another second before I either let go or got kicked. But he was faster: he let go and disappeared. He must have been scared at having so many witnesses. The ingenuity of thieves is quite touching.
Krishnamurti and all Hindus tell us not to escape from the present, to fear nothing, as, once something happens, the only thing that is going on is whatever is happening, not what we think happened.
In the very instant there is a huge “IT’S MINE, in a growing spiral, filling the whole street and the whole of me, and it is not a bad felling. It is quite sensible.
And at the same time: look how close together are standing Paloma and the taxi driver, and how tall and dark he is (he was half-lit); my handbag is really quite resilient, they are well made, it must be the leather, the leather, it’s the best kind. I did not doubt the handbag for an instant. From there I began to consider my options
No fear, there is no need, it is too abstract, the pure present is a snapshot where you have all the time in the world to observe the bumps on the road, the stitching on the strap… It could be said that that second felt quite long, probably because of the position I was in.
As soon as the thief ran off, they turned off the TV. Palomito went back to being my friend from the lyceum, from the age of four, because she was J and I was B, and the division for the second group started with the M. We quickly got in the taxi, and we would have loved to drive off, but I had dropped my car keys under my car. Again: IT’S MINE!
We drove around the block. They had liked each other, on the corner of the sidewalk and the edge of the street. I got in the car and left as quickly as possible. I wasn’t in the mood for criticism.
I had to tell myself that everything was completely fine, because it didn’t feel that way.
THE END